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Efecto de la primera inversión en las funciones tonales
Como hemos visto más arriba, la primera inversión tiene la propiedad de «debilitar» las funciones, de modo que estas suenan más ligeras y fluidas. Cuando invertimos acordes de forma aislada -sin que formen parte de un puente de sextas-, este debilitamiento no siempre es apropiado para según qué funciones. Estudiaremos cada una caso por caso:
1) Funciones «fuertes»: I, V, II, IV
Las funciones tonales más fuertes son aquéllas que representan las funciones tonales principales: Tónica (I), Dominante (V) y Subdominante (IV y II). Todas estas funciones aceptan la primera inversión sin problemas; ganan en fluidez lo que pierden en fuerza, lo cual es adecuado al inicio o mitad de frase (exceptuando la tónica inicial, que suele escribirse en estado fundamental).
El II grado es un caso especial dado que, al invertirlo, dada su semejanza con el IV, no se debilita en absoluto.
2) Funciones «débiles»: III, VI
Las funciones tonales más débiles son las que distan una tercera de la tónica. Al invertir estas funciones resultan acordes ambiguos e indefinidos:
- Cuando invertimos el VI grado resulta un acorde de sexta con la tónica en el bajo, y que no acaba de sonar ni a VI ni a I.
- Cuando invertimos el III grado resulta un acorde de sexta con la dominante en el bajo. y que no acaba de sonar ni a III ni a V.
Los acordes III6 y VI6 solo se usan en circunstancias muy especiales (por ejemplo, series de sextas u otro tipo de progresiones monótonas) y quedarán prácticamente excluidos en este curso.
3) El acorde de sexta napolitana (♭II6)
Hay dos acordes que se han empleado preferentemente en 1ª inversión: El primero -que ya hemos visto en la Unidad 7, es el VII grado. El otro es el napolitano (♭II). Esta función es conocida como acorde de sexta napolitana, precisamente porque su estado más practicado es la 1ª inversión. Este acorde se emplea preferentemente en el modo menor como acorde de subdominante, normalmente antes de un V grado o de un acorde de sexta y cuarta cadencial.
Al enlazar este acorde, debe evitarse la resolución cromática de la sexta (en el ejemplo de abajo: el Re♭-Re♮). Para evitar defectos de conducción es aconsejable duplicar el bajo del acorde (utilizarlo en disposición cerrada).
4) La escala menor melódica
La escala menor melódica puede armonizarse como cualquier otro puente de sextas que enlace el I con el V o viceversa. Cuando el bajo desciende, el empleo de esta escala da lugar al Vm (quinto menor) y a un IV menor, mientras que cuando asciende da lugar a un V (dominante) y un IV mayor.
Debemos recordar que el V y el Vm representan funciones distintas (el Vm menor no se considera una función de dominante), mientras que el IV, sea mayor o menor, representa siempre la función de subdominante.
5) El III grado y el I6 en los modos mayor y menor
Como hemos visto en varias ocasiones, el VII grado (disminuido) es un acorde apenas empleado en estado fundamental. Cuando debamos armonizar la sensible en el bajo emplearemos en su lugar el V6, una función mucho más importante.
Algo análogo ocurre con el III grado de ambos modos: El III grado del modo mayor ha sido un acorde poco apreciado en la tradición clásica -no así en la moderna-. Así, cuando debamos armonizar el 3er grado de la escala mayor en el bajo emplearemos -en lugar del III grado- el I6, una función mucho menos ambigua en cuanto a su función como tónica.
Aunque el III grado del modo menor -dada su función de relativo mayor. sí ha sido utilizado con mucha más frecuencia, también es preferible usar el I6 en su lugar si el III no viene acompañado de su propia dominante (V/III).
Materiales adicionales
Los ejemplos musicales de esta página incorporan acordes en primera inversión en sus usos más frecuentes, tal como los hemos descrito en esta unidad. Estos acordes aparecen combinados con los acordes de triada en estado fundamental (y acordes de cuarta) que ya conocemos.